Todas las vacunas aprobadas han sido sometidas a pruebas rigurosas en los estudios clínicos que incluyen miles de participantes. Se autorizan cuando estos estudios demuestran que son seguras y efectivas. Aunque el desarrollo de vacunas contra COVID-19 fue más rápido que el de otras vacunas, no se dejó de lado la seguridad. Una vez introducida, una vacuna contra COVID-19 para uso en toda la población se hace un seguimiento estrecho de cualquier posible problema relativo a la seguridad.